lunes, 15 de enero de 2018

Yo quiero ser Virólogo - Modesto Redrejo Rodríguez

Y yo quiero ser...Virólogo
(Por Modesto Redrejo Rodríguez)


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El estudio de los virus es necesario para entender las enfermedades que éstos producen en el ser humano y también en otros seres vivos. Animales, plantas e incluso bacterias tienen que luchar contra los virus. Catarro, gripe, hepatitis, sarampión, SIDA entre otras, son enfermedades humanas causadas por virus. Sin embargo, el objetivo de este capítulo es destacar que la virología puede ser mucho más que el estudio de las enfermedades que los virus producen. Los virus son sobretodo modelos de trabajo para el estudio de procesos biológicos de forma sencilla. Es por esto que el estudio de los virus jugó un papel esencial en el desarrollo de la biología molecular, que es la base de la biología y la biomedicina modernas.

Algo de historia

A mediados del siglo XIX, el químico francés Louis Pasteur mantenía una importante disputa sobre el origen de los seres vivos. Pasteur defendía que todo ser vivo, incluidas las bacterias, provenía necesariamente de otro ser vivo anterior, en contra de los defensores de la “generación espontánea”, que defendían que ciertas formas de vida animales y vegetales podían surgir a partir de materia orgánica. Aunque no fue el primero en demostrarlo, los experimentos de Pasteur se consideran como la demostración definitiva de que la generación espontánea no existe, lo que le sirvió para crear su denominada ”teoría germinal” de las enfermedades infecciosas, según la cual las enfermedades infecciosas están causadas por gérmenes o microbios invisibles, pero presentes en un organismo enfermo y que pueden así propagarse a otros individuos sanos.

Charles Chamberland, que era asistente de Louis Pasteur, diseñó un filtro de porcelana por el que no podían pasar bacterias para esterilizar agua. Pronto se dieron cuenta de que había agentes patógenos, que inicialmente denominados “virus filtrales” que podían atravesar el filtro. Esto dio lugar al descubrimiento de la toxina del tétanos y la difteria, que si bien son moléculas pequeñas producidas por bacterias, pueden ser tóxicas en sí mismas, aunque no propagables (no se contagian) de un organismo a otro. Algo más tarde, el filtro de Chamberland-Pasteur, sirvió para demostrar la existencia de agentes infecciosos (es decir, contagiosos) más pequeños que las bacterias, los denominados virus. En 1892, el botánico ruso Dmitri Ivanovsky demostró que el agente causante de la enfermedad del mosaico en la planta del tabaco, descrito poco antes por Adolf Mayer, podía atravesar el filtro, lo que supuso la primera demostración del concepto de virus tal y como lo entendemos hoy día. Además, a principios del siglo XX también se aislaron los primeros bacteriófagos, virus que infectan bacterias, por Twort (1915) y D´Herelle (1917).

Sin embargo, la virología contaba entonces con herramientas muy rudimentarias y los avances eran escasos. Esto cambió de forma radical en la segunda mitad del siglo XX. A partir de fines de los años 30 del siglo XX, varios investigadores provenientes de diferentes disciplinas científicas se formularon preguntas esenciales en relación a cómo definir la esencia de la vida y, en concreto la naturaleza de la información genética y los mecanismos de transmisión de la herencia. Así se inició un período revolucionario que tendría su culminación en el descubrimiento de la doble hélice del ADN por Watson y Crick en 1953. Así, en la década de los 30 un grupo de físicos liderado por Niels Bohr y ErwinShrödinger se centraron en tratar de explicar biología y herencia. En concreto, el libro What is Life? (1944) de Shrödinger fue de gran inspiración para varios de los fundadores de la biología molecular.

El verdadero punto de inflexión fue el aislamiento del fago λ (lambda) por Esther Lederberg a principio de los años 50 a partir de un lisado de la bacteria Escherichia coli tratado con luz UV. Por la facilidad para aislar mutantes, λ fue usado por muchos laboratorios para la elaboración de mapas genéticos y pronto se convirtió en un modelo de trabajo versátil y cómodo, con el que se realizaron los primeros experimentos de biología molecular. Así, gracias al fago λ y a otros modelos posteriores, se llegó a la descripción código genético y el ARN mensajero, los mecanismos básicos de la replicación del ADN y la recombinación genética, etc.

Fig. 1. Esther Lederberg (Esther M. Zimmer Lederberg Memorial Website, estherlederberg com).

En el año 1972 se publicó la obtención de la primera molécula de ADN recombinante, que contenía algunos genes de λ y de su hospedador dentro del genoma del virus humano SV40, por el laboratorio de Paul Berg en la Universidad de Stanford. Así, en gran parte gracias a la investigación en virología, en la década de 1970 el mundo de la Biología comenzó a transformarse debido a la “Revolución del ADN recombinante”, con la cual se podía introducir genes de cualquier organismo (sin importar su complejidad) en el material genético de otros organismos. Esta revolución provocó profundos cambios en las investigaciones con bacteriófagos, al igual que en otras áreas de la biología. Por poner solo algunos ejemplos, algunos virus como los lentivirus y otros se han utilizado para la expresión de proteínas ajenas en células (proteínas recombinantes), lo que puede utilizarse tanto para la obtención de vacunas como para desarrollo de terapia génica.

Cuarenta años después de contribuir al desarrollo de la biología molecular, los bacteriófagos viven hoy una segunda juventud. Por un lado, la utilización de virus bacterianos o alguna de sus proteínas para tratar enfermedades infecciosas causadas por bacterias es una alternativa al uso de antibióticos. Por otro, la batalla entre virus y bacterias a lo largo de la evolución ha dado lugar al sistema de inmunidad denominado CRISPR/Cas, que ha supuesto un auténtico punto de inflexión en la capacidad de modificar a la carta el genoma de casi cualquier organismo.

Mi propia experiencia

Yo casi siempre tuve claro que quería estudiar biología y en concreto dedicarme a la biología molecular. En ningún momento, ni antes, ni durante mi Licenciatura en Biología pensé que los virus tuvieran nada que me pudiera resultar interesante. Esto era normal porque mi único contacto con los virus fue un breve bloque de dos o tres temas de la asignatura Microbiología General que cursé en el tercer curso, allá por el año 1999/2000 en la Universidad de Extremadura (Unex).

Tras acabar la universidad pasé más o menos un año buscando un laboratorio en el que poder realizar una tesis doctoral para dedicarme a la investigación. Durante este tiempo realicé una tesina en el Departamento de Bioquímica de la Unex, trabajando en enzimología. Así fue como un proyecto de bioquímico con ganas de aprender biología molecular se topó por primera vez con un virus, en este caso, el VPPA o virus de la peste porcina africana. El VPPA es un virus de gran interés por la enfermedad que produce. Entre los años 1960 a 1980 el virus produjo graves pérdidas económicas en la cabaña porcina en Europa y América y brotes recientes en el sur de Rusia y otros países caucásicos mantienen aún hoy la enfermedad en la lista de las más peligrosas de la UE. Personalmente, reconozco que a mí los virus me parecían una cosa muy rara, sin demasiado interés para un bioquímico. No obstante, mi tesis iba sobre el papel de unas enzimas que codificaba el virus implicadas en la reparación de su ADN, por lo que el trabajo me pareció interesante y, sobretodo, en aquel momento era mi única opción. Pronto me di cuenta que los virus son por encima de todo un fantástico modelo de trabajo, de los mejores que uno puede tener si le gusta hacer cosas diferentes. Esto es especialmente importante durante el doctorado, que debe ser, por encima de todo, una etapa de formación. Así, en los primeros meses de mi tesis me encargaron realizar un anticuerpo contra una de las proteínas del virus. Aún recuerdo esta etapa como sorprendente para mí. A partir de bacterias a las que habíamos introducido nuestro gen viral, pudimos purificar grandes cantidades de proteína “recombinante”. Esta proteína se emulsiona con un aceite denominado adyuvante de Freund para hacer una especie de “mayonesa” espesa con la que se inocula a los conejos. De alguna manera, nuestra proteína sirve como “vacuna” para que el sistema inmune del conejo fabrique anticuerpos contra ella. Tras varias inoculaciones se obtiene el suero de la sangre del conejo con el que se puede detectar nuestra proteína tanto in vitro como dentro de la célula infectada. En pocas semanas, aprendí a hacer experimentos de ingeniería genética, inmunología y biología celular gracias a mi virus.

Poco después comencé a trabajar con el virus, con el objetivo de generar virus recombinantes, mutantes para mi proteína, lo que también me introdujo en las técnicas de virología e ingeniería genética. Además de todo esto, también utilicé métodos de biología molecular y bioquímica para analizar las propiedades bioquímicas de mi proteína in vitro, es decir, mediante experimentos en un tubo de ensayo que me permitieron ver su efecto sobre fragmentos de ADN. En conjunto, independientemente de los resultados obtenidos, mi tesis me enseñó cómo trabajando con virus se pueden aprender diferentes técnicas científicas y estudiar un mismo problema desde distintas perspectivas. Aunque el VPPA es un virus complejo, es más manejable que un organismo vivo y se puede estudiar globalmente, desde múltiples perspectivas. Aunque el trabajo del científico tenga una utilidad a corto o largo plazo para la sociedad, los científicos nos movemos por la necesidad de aprender, de desentrañar los misterios de la naturaleza. Es por esto, que el trabajo con virus puede ser muy satisfactorio. En aquel laboratorio en el que hice mi tesis doctoral se estudiaba al VPPA desde todos los puntos de vista: el genoma del virus y su mecanismo de replicación y reparación, la formación de las partículas virales o morfogénesis y también los múltiples efectos de la infección sobre las células infectadas en el laboratorio y sobre los cerdos en el animalario.

Fig. 2. Imagen elaborada para la portada de mi Tesis Doctoral (Universidad Autónoma de Madrid, febrero 2009). Desde la estructura molecular del ADN del virus a la infección del cerdo.

Los años y los diferentes laboratorios por los que he pasado me han llevado ahora a seguir estudiando la replicación y reparación del ADN. Una gran parte de mi trabajo la llevo a cabo utilizando virus como modelo de trabajo, aunque ahora utilizo bacteriófagos, virus que infectan bacterias, mucho más sencillos que el VPPA. Pero igualmente, el uso de virus nos permite trabajar a la vez con un modelo in vivo y también trabajar in vitro con proteínas recombinantes purificadas.

En conclusión, yo de mayor quiero ser virólogo y así poder aprender todo lo que los virus me enseñen.


Bibliografía recomendada:
-. Cazadores de Microbios (Paul de Kruif, 1926)
-. La doble hélice (James D. Watson, 1968)
-. A la búsqueda del secreto de la vida. Una breve historia de la biología molecular (José María Valpuesta, 2008)
-. El origen de los sistemas CRISPR/Cas (Conferencia de Francisco Mojica en la Real Academia Nacional de Medicina, 26 de Enero de 2007)
Modesto Redrejo Rodríguez
Doctor en Biología
Centro de Biología Molecular Severo Ochoa

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