lunes, 15 de enero de 2018

Yo quiero ser Especialista en Fotónica - José Ramón Martínez Saavedra

Y yo quiero ser...Especialista en Fotónica
(Por José Ramón Martínez Saavedra)

Escucha música mientras lees, vete al final.

Dicen que los adolescentes solo escuchan a dos personas: a sus ídolos musicales y a su profesor de bachillerato. Es una forma —en mi opinión, bastante acertada— de exponer la gran influencia que puede llegar a tener un buen (o un mal) profesor sobre la carrera de sus alumnos; más aún, incluso, que su entorno familiar más cercano.

En mi caso particular, debo admitir que Juan Carlos (mi profesor de física) tuvo muchísimo que ver con que yo quisiera ser físico: hasta entonces, yo tenía clarísimo que quería ser… bueno, la verdad es que tampoco lo tenía demasiado claro. Por un lado, los ordenadores me han apasionado desde muy pequeño (en mi casa todavía hay quien me llama «el botones»), y he sabido desde siempre que quería hacer algo que involucrase trabajar con ordenadores; por otro lado, empecé a militar en política relativamente joven —a los 14—, y quería hacer algo relacionado con legislación (ya sean ciencias políticas, derecho, o alguna carrera del estilo). La entrada de Juan Carlos en escena, en última instancia, hizo que me interesara más por las leyes naturales que por las emanadas de cualquier parlamento.

Y así fue como, tras dos años de bachillerato, al final acabé matriculándome en la Facultad de Física de la Complutense, en Madrid. Me gustaría decir que fui un estudiante ejemplar, pero tengo que reconocer que falté a muchas más clases de las que estoy dispuesto a admitir en público, especialmente en los últimos años. Solo iba a aquellas en las que consideraba que mi tiempo estaba mejor invertido yendo a clase que estudiando el temario por mi cuenta: de esta forma terminaba disfrutando de todas las asignaturas —tanto de las clases magistrales de los buenos profesores como de pelearme con los conceptos de las materias que estudiaba en la biblioteca. Además, también conseguía así evitar el efecto desmotivador de muchas clases (¿alguien dijo “Álgebra Lineal”?).

También, al hacerlo de esta forma, encontré un patrón interesante en mi conducta: mientras que evitaba todo lo posible asignaturas relacionadas con astrofísica y me escaqueaba de muchas de física nuclear, siempre asistía a asignaturas relacionadas con física computacional, electrónica y óptica. Tanto es así que el último año de carrera estuve buscando sitios donde hacer un doctorado en (al menos) una de estas tres áreas. Se ve que tuve suerte, porque tras buscar un poco acabé en un programa de Máster (y de doctorado después) en Fotónica, un área que involucra estas tres áreas de la Física a la vez. En mi opinión, es precisamente esta vertiente multidisciplinar la que le da a la Fotónica un toque especialmente interesante, sobre todo al compararla con otras ramas de investigación similares (como la Óptica, por ejemplo). Más que una investigación fundamental sobre las propiedades de la luz, en Fotónica también es crítico investigar cómo manipularla, y emplear esos conocimientos en otras ramas del conocimiento: de ahí, la aparición de distintas disciplinas dentro de la Fotónica como pueden serla Optoelectrónica, la Física del Láser, la Física de Fibras Ópticas, la Computación Cuántica, la Biofotónica, la Óptica Cuántica o la Nanofotónica.


Podría intentar describir cada una de estas ramas con un cierto detalle, pero temo tanto no ser capaz de hacerles justicia a ninguna como irritar al editor al pasarme del límite de páginas del capítulo. De todas formas, no resulta demasiado difícil de verla influencia de muchas de estas disciplinas en las tecnologías actuales más avanzadas. Por poner un solo ejemplo de cada una: el desarrollo de paneles solares está fuertemente influenciado por los últimos avances en optoelectrónica, siempre buscando arañarle un poco más de energía a la luz solar; la aparición de láseres ultrarrápidos permite a los químicos estudiar reacciones moleculares en tiempo real, incluso con miles de átomos simultáneamente; los avances en fibras ópticas cada vez permiten transmitir más y más información (y sostener, por tanto, más y más conexiones a Netflix); la entrada en escena de los ordenadores cuánticos prometen cambiar radicalmente la informática tal y como la conocemos; por último, la Fotónica también ha influido en la aparición de nuevas terapias contra el cáncer, algunas de las cuales emplean la luz para destruir células tumorales.

Todos estos ejemplos, a su vez, descansan sobre los estudios y avances en las ramas más fundamentales de la Fotónica: la Óptica Cuántica (comprender cómo se comporta la luz cuando no se puede estudiar como un campo electromagnético clásico) y la Nanofotónica (estudiar la interacción entre luz y materia en escalas muy, muy pequeñas) extienden nuestro conocimiento de la luz más allá de los confines de la Óptica Clásica, y nos permiten «ver» los componentes más básicos, fundamentales y diminutos de la materia ordinaria. Bueno, y de la no tan ordinaria: el conocimiento en profundidad de la interacción luz-materia ha permitido la aparición de la disciplina de los simuladores cuánticos: sistemas físicos configurados de tal forma que simulan el comportamiento de otros, los cuales son prácticamente imposibles de estudiar de otra forma (como, por ejemplo, las interacciones dentro de los núcleos atómicos).

Cualquiera de estos temas, a título personal, me resulta increíblemente interesante. Además, todos ellos son auténticos retos, y eso es importantísimo: es complicado mantener la motivación y las ganas de hacer física si no supone un desafío. Sin embargo, que sea un reto es a la vez un arma de doble filo: no todo el monte es orégano, que diría mi abuela. Los periodos de frustración existen: da igual que lleves haciendo física cuatro meses (en una estancia de verano), cuatro años (como yo), o cuatro décadas (como he podido observar en algunos profesores); es necesario capear la frustración, de una forma o de otra, y no es sencillo. De todas formas, estas etapas se pasan, los retos se superan, y la sensación de logro que queda es única y casi irremplazable.

En resumen, lo único que le puedo aconsejar a alguien que esté valorando hacer ciencia es «elige la rama que te motive». Yo lo hice, y a día de hoy estoy más motivado que nunca a continuar.

José Ramón Martínez Saavedra
Doctorando en Fotónica
ICFO-Institut de Ciències Fotòniques, Barcelona

Escucha música mientras lees.


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