lunes, 15 de enero de 2018

Yo quiero ser Astrónoma - Paola Marziani

Y yo quiero ser...Astrónoma
(Por Paola Marziani)

Escucha música mientras lees, vete al final.

Hay muchas motivaciones y muchos caminos para acabar siendo astrónoma. Nadie se levanta en la cuna gritando “¡Quiero ser astrónomo!,” como parece leyendo la biografía de algunos astrónomos muy famosos.  Pero una de las mejores cosas que te pueden pasar en la infancia es tener unos padres que te pongan en contacto con el fascinante mundo y los enigmas del cielo estrellado. El amor que los padres pueden transmitir hablando del cielo es algo que difícilmente una niña podrá olvidar en toda su vida. No todas pueden ser tan afortunadas, sin embargo hay otras maneras de tener los primeros contactos con la astronomía y con la ciencia en general.

Mi primer consejo es que no se debe tener miedo o inquietud ante de la ciencia. La ciencia no pertenece exclusivamente a una casta de seres superiores que viven en un mundo diferente. Aún cuando a los astrónomos en el pasado los vieron de ese modo. La ciencia es sobre todo un método, pertenece a quien puede aplicar este método con éxito. Y la astronomía ofrece un buen ejemplo que las contribuciones científicas son posibles para “ciudadanos” (citizen astronomy). Hay también muchas personas, astrónomos aficionados, que dedican una parte de su tiempo a las observaciones astronómicas, con instrumentación que es menos poderosa de la de los astrónomos profesionales, pero que pueden aportar contribuciones muy importantes.  Para ser astrónoma, se necesitan los conocimientos de cómo utilizar esta instrumentación. Astrónomos son todos aquellos que tengan conocimientos y el sistema para hacer que sus ideas den lugar a resultados. No se necesita que los resultados sean completamente nuevos u originales. Hay más galaxias y estrellas en el cielo  que astrónomos en la tierra. Y el cielo está en continuo cambio; muchas estrellas y núcleos de galaxias varían con el tiempo y cubren una escala de tiempo muy grande; los demás fenómenos de variabilidad no están bien comprendidos, y cada objeto puede ser diferente de otros objetos de la misma clase. También tenemos objetos del sistema solar, muy cercanos, y muy peligrosos, como los cometas y los asteroides que necesitan ser identificados y que requieren el cálculo de sus órbitas para estar seguros que no van a impactar con la tierra. Por lo tanto todo dato nuevo obtenido con el cuidado necesario casi siempre sirve para crear nuevos conocimientos astronómicos. Y parece obvio que la astronomía está  relacionada con la supervivencia de la especie humana.

Yo creo  que la astronomía satisface una necesidad  básica de la humanidad. La medición del tiempo es una de esas necesidades. Incluso en la forma más primitiva, es algo que ayuda a los humanos a sobrevivir.  En el pasado el “contacto” con el cielo era más  frecuente y más importante que en la actualidad. La mayoría de las personas en Europa viven en ciudades cuyas luces ofuscan el cielo. El cielo no ofrece hoy la posibilidad de la medición del tiempo. Hay relojes mecánicos, electrónicos, atómicos, que han desplazado el papel del cielo como mediador del tiempo.  De vez en cuando me pregunto qué haría en una isla tropical desértica, a miles de kilómetros del rastro más cercano de nuestra civilización. Creo que me sentiría abrumada por el cielo. El cielo parecería mucho más cercano. Me permitiría perderme en la contemplación de su belleza. Resolviendo las Pléyades a simple vista cerca de Orión, examinando los detalles más débiles de la Vía Láctea… Sin embargo, como señaló mi antiguo profesor de Astronomía y más tarde consejero de tesis de licenciatura, cuidado con el momento de la contemplación, que puede ser abrumador, puede durar mucho tiempo, pero no puede ser el final de todo. Debe ir seguido de la necesidad instintiva de intentar comprender la belleza del cielo. Entonces, lo primero sería probar algunas medidas. Primero construiré un simple reloj de sol, que me permitirá identificar la línea del meridiano y, por lo tanto, los puntos cardinales. Después, identificaré la estrella polar que identifica el polo norte celeste. Segundo, haré un agujero hueco en una caña de bambú con un soporte e intentaré medir la culminación y el camino de las estrellas nocturnas más brillantes. Estas mediciones me proporcionarán la capacidad de identificar mi dirección en el día y en la noche, así como también una afinada medición del tiempo  y de la latitud del lugar sin instrumentos sofisticados. Estos son conocimientos esenciales que hacen que los humanos sean diferentes del resto de seres vivos del planeta, y nos liberan en parte de las reacciones, negativas, instintivas asociadas con los fenómenos celestes.

Desafortunadamente, ser mujer ha hecho las cosas inmensamente más difíciles durante la mayor parte de la historia de la humanidad. Justo porque la predicción exitosa de fenómenos astronómicos como los eclipses y por lo tanto el contacto con el cielo fueron considerados como algo sagrado (aún lo son, visto cómo se ven los astrónomos en la cultura popular)  las mujeres fueron excluidas de convertirse en astrónomos en el sentido moderno del término. En la mayoría de los casos, solo fue posible por aquellas que pudieron tener la fortuna de relacionarse con astrónomos masculinos (Caroline Herschel, y su hermano, solo para citar un caso); pero algunas de ellas pagaron con su vida su dignidad intelectual (Hypatia de Alexandria que fue la hija del matemático Theon). Me extraña que una película sobre la vida de Hypatia y su muerte no se haya proyectado en mi país teniendo en cuenta que su muerte fue promovida por un santo de la iglesia católica. Las mujeres que dejaron los fundamentos de la espectroscopia astronómica en los primeros años del siglo XX (las “Harvard Computers”) no se casaron. Hace dos generaciones en mi país todavía era muy difícil encontrar una mujer astrónoma o científica en general. Un par de generaciones atrás ser astrónoma implicaba un gran sacrificio, como no casarse y no tener hijos, y aquellas que se casaron usualmente debieron dejar el empleo.

Ahora los tiempos han cambiado (Fig. 1). Ser astrónoma ya no es ser una pionera en los derechos de las mujeres. La mitad de los estudiantes de astronomía son mujeres. Eso no quiere decir que no haya problema de género. Hay muchos problemas de género, y los que son más difíciles de solucionar son los relacionados a la mentalidad machista de algunos astrónomos que sin embargo permanecen en prestigiosas posiciones académicas. Y también las propias astrónomas se someten  a los esquemas mentales machistas por facilitar  su carrera. Pero no es una lucha como la de las pioneras, que sufrieron también de un estigma social.

Fig. 1. El equilibrio de género se logró en una reunión reciente en Padua, Italia, donde los participantes y los oradores, todos astrónomos profesionales o estudiantes,  fueron mitad mujeres y mitad hombres (¡dentro de las fluctuaciones estadísticas esperadas!).

En relación a esta discriminación  residual, yo no me preocuparía, hay mucho por delante de nosotros.  Ahora y en las próximas décadas habrá momentos mágicos para la astronomía. Antes de la mitad del siglo XX, la astronomía se basaba exclusivamente en las observaciones de radiación electromagnética (visible). En los años treinta se empezaron a detectar los rayos cósmicos, que son partículas, principalmente protones y partículas alfa. El gran progreso de la astronomía del siglo XX se desarrolló por el uso de dispositivos para “ver” más allá del rango óptico. Observaciones de radiación de alta frecuencia ha sido posible gracias a la puesta en órbita de observatorios espaciales. Por lo tanto, hay una cobertura  de un rango que se extiende desde longitud de onda de metros, hacia  energías de Mega electrón-volt, en el dominio del los rayos gamma. En un pasado no muy lejano, se pensaba que el origen de los rayos cósmicos estaba relacionado con fenómenos galácticos. Hace algunos años que una componente extra-galáctica ha sido descubierta. Y hay otras partículas elementales que prometen ser una fuente de observación muy importante: los neutrinos cuya interacción con la materia es muy débil, y que por lo tanto  necesitan de grandes masas de materia para aislar estas interacciones del efecto de otras. El detector de neutrinos “Icecube” — un kilómetro cúbico de hielo, que busca los neutrinos de las fuentes astrofísicas más activas: estrellas explosivas, explosiones de rayos gamma y fenómenos extremos que involucran agujeros negros y estrellas de neutrones — en el polo sur puede descubrir neutrinos procedentes de más allá del sistema solar.  Además, radiación muy,  muy, energética, que es producida por procesos nucleares en el átomo, es y será detectada por instrumentos como los telescopios Cerenkov que se están volviendo mucho más sensibles. Y creo que los mayores y más fascinantes descubrimientos vendrán por el desarrollo de la habilidad de detectar las ondas gravitatorias. La primera detección ha sido en el 2015 per el LIGO (Laser Interferometric Gravitational Observatory, en ingles), y un año después, otra detección de ondas gravitatorias ha sido acompañada da una observación obtenida con telescopios ópticos. Eso fue un éxito maravilloso. Hay dos telescopios de ondas gravitatorias en servicio y otros están siendo desarrollados y planeados. La reciente misión espacial LISA pathfinder, como su nombre deja entender, incluye el objetivo de probar algunas tecnologías que deberían ser empleadas por la misión espacial LISA, un interferómetro láser con base en el espacio. Las ondas gravitatorias tienen longitudes de onda extremamente grandes, proporcionales a las dimensiones de los objetos y del sistema gravitatorio  que las emiten. Y la intensidad es más alta cuando dos objetos se acercan entre si y se funden en un mismo objeto. Esto puedes pasar con una pareja de estrellas de neutrones, o de agujeros negros. Hasta ahora, las detecciones han sido de un sistema doble de agujeros negros (la primera detección) de masa intermedia (algunas decenas de masas solares), y de estrellas de neutrones. La detección es posible solo en los instantes anteriores a que los objetos se fundan en uno solo (un proceso llamado merging en inglés), ya que la energía emitida es proporcional al inverso de la separación elevada a la cuarta. Pero hay un comportamiento temporal típico que se puede observar bajo un ruido que, hasta ahora, cubre la señal gravitatoria.

Creo que los próximos años verán un increíble desarrollo en la detección de ondas gravitatorias. Hasta ahora hay tres detecciones confirmadas, pero estos procesos de merging se cree que son  muy frecuentes en el Universo, y descubrirán objetos que son difícilmente detectados con telescopios ópticos y también con telescopios espaciales operativos en altas energía. Por lo tanto las ondas gravitatorias van a abrir literalmente una nueva ventana hacia el universo. Hoy se habla de astronomía “multimessenger”, con múltiplos mensajeros, para enfatizar la diferencia con el pasado, cuando se tenía únicamente la radiación electromagnética para las observaciones astronómicas. Por astronomía multimessenger se entiende la astronomía con neutrinos, con rayos cósmicos,  y obviamente con ondas gravitatorias. Y creo que las próximas décadas van a ser extremamente fascinantes por la astronomía multimessenger, pero también por el desarrollo de la técnica interferométrica que permite de superar una de las dificultades más desafiantes que encontré la astronomía óptica  desde el principio: la resolución espacial, que es decir  el nivel de detalle que se puede obtener con los telescopios. Lo que vamos a ver irá más allá de nuestra imaginación.

Nunca como en estos momentos la astronomía ofrece perspectivas fascinantes para las jóvenes mujeres que intenten acercarse a ella, con una sólida formación en matemáticas y física. Me gustaría mucho volver a ser joven y empezar de nuevo los estudios  de astronomía. ¡Sí,  quiero ser astrónoma!

Paola Marziani
Doctora en Astrofísica
Investigadora / INAF – Osservatorio Astronomico di Padova

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